Los Jardines secretos de Mogador by Alberto Ruy Sánchez

Los Jardines secretos de Mogador by Alberto Ruy Sánchez

autor:Alberto Ruy Sánchez [Ruy Sánchez, Alberto]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2001-01-01T05:00:00+00:00


3. El paraíso en una caja

Una buena parte de los habitantes de Mogador vive del trabajo artesanal de la madera. Sobre todo de la olorosa tuia, cuyas raíces son como dedos deformes de una mano inmensa que se hunde en las dunas. Una leyenda muy conocida en Mogador habla del origen de los bosques bajos de tuia que rodean a la ciudad y habla también de este oficio de manos rudas, perfumadas para siempre por esta madera. Tuve la suerte de escuchar esta historia jardinera en la terraza al viento del café Taros. Y como me la contaron la repito.

Dicen que los mismos magos y arquitectos que idearon y construyeron el famoso laberinto donde tal vez murió Abenjacán el Bojarí (según un respetado jalaiquí sabio y ciego que soñaba con tigres y espejos) recibieron luego de su rey el encargo de construir un jardín perfecto. Hicieron un plano que seguía en todo las descripciones sagradas del modelo último de todos los jardines: el paraíso. Primero establecieron las clásicas cuatro secciones de vegetación distinta y en niveles diversos, separadas claramente por canales de agua corriente simbolizando los cuatro ríos sagrados: uno de agua, otro de leche, uno más de miel y otro de vino purificado. Incluyeron infinitos juegos de agua que cantaban al pie de los árboles de la granada, entre corredores de palmeras de coco de aceite y palmeras de dátiles, y arbustos salvajes de jena. Construyeron pabellones, patios y pasajes abiertos que incitaban al reposo, a la contemplación y al encuentro. Y fueron ideados y distribuidos de tal manera que siempre fuera difícil saber si se estaba adentro o afuera de ellos.

Eligieron también a un jardinero. Después de mucho buscar encontraron entre los artesanos de Mogador a un hombre que les pareció en su vida y en su trabajo ser amante de la perfección y de la naturaleza. Era además paciente, inteligente y audaz. Trabajaba con las raíces del árbol de la tuia, muy común en Mogador, haciendo muebles y objetos que asombraban a todos. Para convertirlo no sólo en jardinero sino en el mejor de ellos fue tocado con cuidado en la cabeza por los tres arquitectos magos incrustándole cada uno, como una herencia extraordinaria, su propia pasión dominante. Así, además de continuar gozando sus cualidades anteriores, el nuevo jardinero quedó poseído por tres grandes pasiones: el primero, un gran hedonista, le transmitió su interés desmesurado por las flores; el segundo, el más hábil, lo impregnó del placer por trabajar incansablemente con las manos; y el tercero, el más santo y dominante de ellos, su absoluta pasión por la geometría. Asumiendo además que ésta, por su perfección, era sin duda la última manifestación de Dios.

Hecha esa obra cumbre, los magos arquitectos, que ya tenían más de cien años de edad cada uno, podían retirarse a morir tranquilamente en su pueblo, más allá del Sahara, que era un lugar lejano e inaccesible sin magia, y en donde la tierra estaba tan llena de poderes que todo se construía de barro y resistía como si fuera de piedra.



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